Érase que se era…

Pobre hombre aquel pegado a su teclado, que sin nada que poder hacer escribía la más triste historia jamás contada, pues no podía hacer otra cosa, y en su lamento escribía sin tedio, sin amargura, pues si lo único que conocía era la amargura y la pena, que no dejaba de ser otra cosa que su vida propia.

Pobre hombre que no vió la luz del sol desde su corta adolescencia, que no recordaba la risa ni su familia, sus amigos si es que los tuvo, no los recordaba, no los tuvo pues…

La pantalla era su ventana al «exterior», veía imágenes que le llenaban el alma, «algún día» se decía constantemente…

Land Escape2

Tenía dos opciones, siempre las tuvo, y escogió la mas fácil, la más cómoda, la más acorde a los tiempos en que vivía, y se le fue de las manos.

– El exterior siempre estará ahí, ahora tengo que aprovechar, ganar dinero, cultivarme, sufrir un poco y dejar atrás todo lo que pueda o quiera tener, ya tendré tiempo de ello.

Pasan los años, sigue pensando lo mismo, lo único que ha cambiado es que esas imágenes que veía y le hacian pensar: «algún día…» cada vez eran mas reales, podías oler el aroma de la hierba recién cortada, la tierra mojada, el ozono previo a la lluvia, notar la brisa, y notar como calienta el sol, para eso habías de pagar, pero el dinero ya no le hacía falta, tenía suficiente, ahorraba, gastaba poco, lo pagaba y disfrutaba, mientras trabajaba y moría.

Conoció gente, que se fue, conoció chicas que nunca saludó, el mundo cambiaba deprisa, pero no hubo tiempo de verlo, la empresa en la cual estaba se fusionó, para generar mas beneficios mediante nuevas artimañas fiscales, reducción de plantilla, reducción de costes, nuevos sistemas informatizados que hacían las cosas más rápidas, impersonales, y como no baratas.

Salió de la puerta, con lo mismo que llevaba cuando entró, respiró la polución, se miró el reloj, pasaron 25 años, se miró en un espejo, parecía 35 años más anciano, pálido, gris, inexpresivo…

Y entonces lloró por primera vez en su vida, llegó a su apartamento y encendió su ordenador…

[…] nací en la ciudad, moriré en esta ciudad que me vio nacer, viviré sin aportar nada, moriré sin ser recordado, érase un hombre a un ordenador pegado, en un cubículo cerrado, en una época fría, en una sucia ciudad, llena de impersonalidad, dejo esto aquí para que no se cometa mi error […]

[…] no esperes a que te pille el tren del tiempo, pues nunca sabremos cuanto le queda a éste planeta, lo único que vi lo vi a través de una pantalla, ni siquiera se si existe o no, llegué a sentir cosas con aquello que veía, no se que se sentirá cuando pises el verde cesped y te bañes en un rio helado, no sabemos cuando acabará todo, hay quien dice en 2010, otros en 2012, igual mañana cae un meteorito, ¿y entonces que? […]

2 comentarios en “Érase que se era…

  1. Vivimos subordinados a unas manecillas que nos indican cuando despertarnos…creemos que son nuestra guía y al mismo tiempo son nuestra limitación pues nos recuerdan constantemente que el tiempo pasa y con ello la vida se va acortando.
    Somos presos del tiempo, del espacio, de un gobierno y de una sociedad; todos ellos nos indican cómo y cuando debemos hacer las cosas. Es difícil separarse de eso, muchos adoptan la postura del protagonista de tu relato, otros ansiamos no caer nunca en esa rutina aunque somos conscientes de la dificultad que eso supone, de lo utópico de nuestros deseos.
    Si me dieran a elegir ahora mismo… quisiera estar rondando por el mundo, conociendo culturas, mezclándome con ellas, vivir en una tribu y autoabastecerme yo misma, quisiera experimentar, probar, dejarme llevar, dar y recibir… quisiera, quisiera, quisiera… la pregunta es: pk no lo haces ya? pk aunke me rebele soy una oveja más, con una familia a la que contentar, una cultura que alimentar… y una ilusión de que jodiéndome un poco ahora podré no solo mi sueño cumplir sino ayudar a otros a vivir.
    ¿Te apuntas?

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